martes, 31 de mayo de 2016

La gran mentira


         A Esteban le han contado que existe un amanecer diferente: cuatro soles, no uno, y un campanillero vestido de azul anunciando el alba. Una carreta de caramelos de menta tirada por un gato amarillo, niñas de múltiples cabezas jugando a la comba y un sacerdote en bañador leyendo en voz alta un libro de cocina.
           Esteban se lo ha creído, pero no le gusta.
         Una realidad distinta, le han dicho. La mula almuerza pan con chocolate y la abuelilla que se sienta al sol cada tarde, junto a la panadería, corretea por el parque haciendo el pino. Jamón de azúcar, tortas de adobe y turrón en almíbar salado. Sonrisa permanente en el rostro del que pide para comer, chiste y alegría en el entierro y payasos desmaquillados. Hambre poca, la justa, y apretones de manos en las esquinas. Coches que murmuran, que acarician el suelo, lápidas resquebrajadas que trepan por la fachada del monasterio como serpientes de seda y cientos de globos rojos plomizos enredándose en la veleta del colegio.
        El campanillero azul anuncia también que se echó una novia y que la quiere, y que está esperando un hijo.
         -¿Para cuándo? –pregunta Esteban.
         -Para finales de abril –le dice el artista.
         -¿Y su novia está contenta?
         -Ella aún no lo sabe.
         Le han contado que la fruta no siempre es fruta en este mundo inusitado, que los plátanos son de oro, que las mandarinas son un regalo de dios, que las cerezas son las cuentas de un collar, que aquella sandía es la cabeza de un demonio, y que la nata de las fresas es el llanto de una sirena que vuela.
         -¿Por qué llora?
         -No puede explicarse todo.
         -Me gusta. La sirena sí me gusta.
        Ladran los canarios y maúlla el borrico. Rinocerontes enjaulados y un caballo repartiendo cartas sobre un tapete gris. Humo violeta en las chimeneas, una flor de pétalos escalonados en lo alto de una verja y un ratón con gafas que mastica regaliz.


         -Bueno, ¿qué te parece?
         -No entiendo mucho de pintura, ya lo sabes.


2 comentarios:

  1. Cómo el resto de los pocos relatos que he leído, ya me siento enganchada. Y lo mejor es que no usas fotografía (yo tampoco), con lo cual no limitas la imaginación de quién lee.

    ResponderEliminar
  2. Cómo el resto de los pocos relatos que he leído, ya me siento enganchada. Y lo mejor, que no usas fotografía, como yo, con lo cual no limitas la imaginación de quién lee

    ResponderEliminar