Lo malo de estar
muerto es que ya no hay remedio. Son pocas las cosas que uno puede hacer cuando
se ha ido. Contemplarse a sí mismo es una de ellas, es una de esas pocas cosas
que uno puede hacer. O pensar en el pasado. O recrearse en la muerte, en la
soledad, en la inmovilidad. Lo malo de estar muerto es que ya no hay vuelta
atrás, ya no hay reproches, no sirven. Los reproches nunca sirvieron para nada,
y hoy tampoco ayudan. La brisa del jardín apenas me acaricia, se ha vuelto
antipática. Este banco frío es antipático.
Son muy pocas las cosas que uno puede hacer cuando se ha ido.
Lamentarse es una de ellas, es una de esas pocas cosas que uno puede hacer. O
sufrir. O recrearse en la indiferencia del tiempo. Son muy pocas las cosas que uno
quiere hacer cuando se ha ido. Sonreír es una de ellas. O fingir, encoger los
hombros y fingir que todo sigue, que todo está bien, que nada ha cambiado. Lo
malo de estar muerto es que sólo hay distancia. Entre el día y yo, entre los
objetos y yo, entre la realidad y yo sólo hay distancia. Entre tú y yo, ahora,
sólo hay distancia. El ruido lejano de la calle apenas me recuerda que ayer
estuve aquí, el color de la hierba ya no me conmueve, la melodía triste del
viento ya no me conmueve. Sólo el dolor lo hace, y el dolor es mío. Me conmueve
porque es mío.
Estoy dejándome
llevar. En algún rincón oscuro de la conciencia se ha abierto una ventana. Estoy
permitiendo que los lazos hirientes de la culpa se anuden y me asfixien. Si
pudieras verme… Te colmaría de orgullo examinar mi derrota. Estoy dejándome
arrastrar. Si pudiera verte… En algún peldaño mellado de la soberbia se ha
abierto una brecha. Estoy consintiendo que el aire se escape, estoy cediendo al
vacío.
Lo malo de estar
muerto es que te he perdido. Apenas quedan cosas que uno pueda hacer cuando se
ha ido. Añorarte es una de ellas, es una de esas cosas que apenas quedan. O mentirme.
O empolvar los motivos del corazón, diseñar de nuevo el engaño y maquillar los
latidos. O rendirme. Porque lo malo de estar muerto, lo peor de esta vigilia que
no acaba es que te he perdido.
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