Es el títere que
hila y miente mentiras, el muñeco instruido por el poeta. Es la marioneta del
pueblo, el pasatiempo de las gentes ociosas. Es la distracción del niño
inquieto, el complemento de un regalo de cumpleaños, el adorno fugaz del salón.
Es todo eso, soy todo eso, y, tal vez, algo más.
Las personas que
desbordan la habitación, en la fiesta, están mirando al actor con ojos
doblados. Es cosa del alcohol, que quita los velos. Han visto más allá de su
interpretación, han descubierto que detrás de su engaño sólo hay un muchacho
iluso haciendo aspavientos ridículos. Sus ojos le hacen daño porque están
untados de burla.
Necesito aire. Que alguien me libre de esas miradas.
Necesito respirar. ¿Hay alguien ahí? ¿Hay alguien que pueda escucharme?
Las personas que
desbordan la habitación, en la fiesta, están matando al actor con su saña
torcida. Es cosa de la envidia, que brota inquinas. Todos querrían, aun por un
solo momento, ser protagonistas de esta tarde más de sábado. Todos querrían, como
él, robar por un rato la atención de los otros. Su saña está matándolo porque
le llega en oleadas frías, sin aderezo, porque la envidia no tiene adornos.
Necesito un descanso. He de sentarme un poco. ¿Alguien tiene
una silla para mí? Con una sonrisa me basta, es suficiente. ¿Alguien tiene una
sonrisa para mí, para que pueda sentarme? Necesito descansar, necesito aire. Un
receso, señor juez. Mi condena es a muerte. Pagaré por mi vanidad de actor, por
mi soberbia de actor. Pero consiéntame ahora un descanso, se lo suplico.
Líbreme de esas miradas. Necesito una butaca para sentarme. Apárteme de ese
rencor, que duele.
El actor es el
títere que hilvana, engorda y miente mentiras, el muñeco que adiestró el poeta.
Es la marioneta antigua del mundo, el recreo viejo de las gentes. Es una
patraña usada que vive de soñadores y se hace grande entre ellos.
Se me ha clavado una lágrima en la mejilla. Me ha desgarrado
la piel. Es un puñal pequeñito que abre la carne y siembra una culpa. Por nacer
otra cosa me hiere, por eso, por nacer otra cosa y forzar el destino.
Ser actor es ser
payaso despintado. Y no parece haber recompensa.
El aplauso, en la fiesta, no es para mí. No puede serlo. No
lo quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario