Una vez, oí decir
que la calle respira, que se duele, como nosotros, del frío y de los ruidos. Me
pregunto si la calle sabrá algo de ella, si al verla pasar se inquieta, como
yo. Me pregunto si la calle sabrá cosas de ella, si al recordarla caminando,
como yo, se agita en el sueño. Me pregunto si la calle se siente sola, o si ahora,
sólo ahora, no encuentra motivos para sonreírme.
Calle vieja, que
envidio tu abandono. Hoy no pude dormir y salí a recorrerte desde la ventana.
Calle vieja, que me dueles. Hoy no pude soñar con ella y salí contigo a
imaginarla. Calle vieja, que me conmueve tu descuido. Hoy no pude vivir sin
ella y corrí a llorar en tu acera, y corrí a pedirte abrigo.
Una vez, oí decir
que la calle esconde un secreto, que tiene uno, como nosotros, y lo protege del
frío y de los ruidos. Me pregunto si la calle sabrá cuánto hiere el tiempo, me
pregunto si sabrá cuánto debilita la espera, y si ese secreto suyo, como a mí,
le agrieta las manos de tanto ocultarlo. Me pregunto si la calle sabrá dónde nace
el anhelo y en qué esquina muere, me pregunto si sabrá cuánto atormenta dar
aliento y cariño a ese afán egoísta, me pregunto si sabrá cuánto, como a mí,
puede llegar a consumir la vida. No sé si la calle se siente sola, o si ahora,
sólo ahora, no encuentra una razón para sonreírme.
Calle vieja, que codicio
tu abandono. Hoy no logré dormir y salí a caminarte desde la ventana. Calle
vieja, que me haces daño. Hoy no logré hallarla en ningún sueño y salí contigo
a evocar su figura. Calle vieja, que me emociona tu olvido. Hoy no logré vivir
sin ella y corrí a llorar en tus brazos, y corrí a pedirte abrigo. Calle vieja,
que me guardas del miedo.
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