viernes, 31 de octubre de 2014

Asomado al abismo


       Hace frío, hiere el viento en las mejillas. Hiere el viento esta noche, Javier, como si eso importara. Abajo hay gente que mira, curiosa. La gente no duerme en las ciudades. ¿Dónde está Sandra?
         Sandra sabe a nata, a crema tostada, y su nombre es de turrón, su nombre sabe a turrón, y a trufas, y su recuerdo es de fresa, ¿no es eso?
         Su recuerdo es fresa, y miel, y nueces. Su recuerdo hiere, Javier.
         La noche más fría, amigo, la noche más amarga, la que más duele, la noche más oscura, una noche de metal, de acero, una noche de recuerdos que torturan, una noche que no acaba, que no te deja ir ni te lleva, una noche de luces tímidas, de nubes tímidas que se esconden, que no quieren mirar, Javier. Y lo peor, amigo mío, es que ya no hay más noches con Sandra. Ya no hay noches, muchacho. No hay Sandra, no hay colores.
         ¿A qué sabe, te acuerdas? A nata, a nata y a crema, ¿no es cierto?
        Esta vida son dos días, Javier, ¿verdad que sí, hijo? Has oído esa frase tantas veces que te aburre valorar el sentido. ¿Y qué se puede hacer ahora? Porque la vida han sido dos días, y no hay más. No hay más noches, campeón. Dos días. Y el viento se ríe de ti, ¿te has fijado? El viento se ríe de tu vacío, muchacho, porque al viento no lo inquietan las paradojas.
        Dos días, una vida con aroma a fresa, una vida con textura de mazapán y, de pronto, un infierno, un desierto sin colores, las horas que se vuelven de goma y se estiran, y los recuerdos que se enredan en la ropa, y las noches son frías, son de hielo, son oscuras, y envenenan, y duele, ¿te duele, verdad?, y llorar no tiene sentido, llorar es un desahogo pasajero, como beber un trago. Hay una voz siempre a tu lado, Javier, una voz de terciopelo, en la almohada, pero está sola, como tú. ¿La oyes?
        Ve con ella, no seas tonto. La echas de menos. ¿Cuánto? ¿Podrías contarme cuánto? ¿Cuánto puede echarse de menos a alguien? ¿Y las heridas se cierran alguna vez? Dicen que está en un buen sitio. Dicen que está con él, con ése al que llaman todopoderoso, ése que no puede nada. Pide un deseo, Javier. Pídela, pide nata y crema, pide nueces. Pide un sueño, un sueño corto. En los sueños hay sabores, ¿te acuerdas? En los sueños la miel sabe a miel. Y los abrazos parecen de verdad. Y los besos.
         Pero ¿acaso es cierto que la gente no duerme en las ciudades? Con este viento que corta, qué locura, y con este frío. Mira toda esa gente. Están esperando a que saltes. Quieren verte caer para irse luego a la cama con el espanto grabado en los ojos, quieren contar a los suyos que la vida son dos días. Fingen alarma pero es mentira. No hagas caso. Te observan con preocupación, pero es mentira. Como si eso importara, Javier, ¿eh?
           Ve con ella, hijo. De todos modos, ya no quedan más noches.


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