Hace frío, hiere
el viento en las mejillas. Hiere el viento esta noche, Javier, como si eso
importara. Abajo hay gente que mira, curiosa. La gente no duerme en las
ciudades. ¿Dónde está Sandra?
Sandra sabe a
nata, a crema tostada, y su nombre es de turrón, su nombre sabe a turrón, y a
trufas, y su recuerdo es de fresa, ¿no es eso?
Su recuerdo es
fresa, y miel, y nueces. Su recuerdo hiere, Javier.
La noche más
fría, amigo, la noche más amarga, la que más duele, la noche más oscura, una
noche de metal, de acero, una noche de recuerdos que torturan, una noche que no
acaba, que no te deja ir ni te lleva, una noche de luces tímidas, de nubes
tímidas que se esconden, que no quieren mirar, Javier. Y lo peor, amigo mío, es
que ya no hay más noches con Sandra. Ya no hay noches, muchacho. No hay Sandra,
no hay colores.
¿A qué sabe, te
acuerdas? A nata, a nata y a crema, ¿no es cierto?
Esta vida son dos
días, Javier, ¿verdad que sí, hijo? Has oído esa frase tantas veces que te
aburre valorar el sentido. ¿Y qué se puede hacer ahora? Porque la vida han sido
dos días, y no hay más. No hay más noches, campeón. Dos días. Y el viento se
ríe de ti, ¿te has fijado? El viento se ríe de tu vacío, muchacho, porque al
viento no lo inquietan las paradojas.
Dos días, una
vida con aroma a fresa, una vida con textura de mazapán y, de pronto, un
infierno, un desierto sin colores, las horas que se vuelven de goma y se
estiran, y los recuerdos que se enredan en la ropa, y las noches son frías, son
de hielo, son oscuras, y envenenan, y duele, ¿te duele, verdad?, y llorar no
tiene sentido, llorar es un desahogo pasajero, como beber un trago. Hay una voz
siempre a tu lado, Javier, una voz de terciopelo, en la almohada, pero está
sola, como tú. ¿La oyes?
Ve con ella, no
seas tonto. La echas de menos. ¿Cuánto? ¿Podrías contarme cuánto? ¿Cuánto puede
echarse de menos a alguien? ¿Y las heridas se cierran alguna vez? Dicen que
está en un buen sitio. Dicen que está con él, con ése al que llaman
todopoderoso, ése que no puede nada. Pide un deseo, Javier. Pídela, pide nata y
crema, pide nueces. Pide un sueño, un sueño corto. En los sueños hay sabores,
¿te acuerdas? En los sueños la miel sabe a miel. Y los abrazos parecen de
verdad. Y los besos.
Pero ¿acaso es
cierto que la gente no duerme en las ciudades? Con este viento que corta, qué
locura, y con este frío. Mira toda esa gente. Están esperando a que saltes.
Quieren verte caer para irse luego a la cama con el espanto grabado en los
ojos, quieren contar a los suyos que la vida son dos días. Fingen alarma pero
es mentira. No hagas caso. Te observan con preocupación, pero es mentira. Como
si eso importara, Javier, ¿eh?
Ve con ella,
hijo. De todos modos, ya no quedan más noches.
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