jueves, 27 de octubre de 2016

De locura y naufragio


         La arena descorazonada y frágil de una playa. El agua tibia, decepcionada. Vadear el inmenso océano, a tientas. Navegar de puntillas. Naufragar bajo lunas llenas. La memoria varada en una isla cubierta de espinas. El dolor, deshabitado.
         A un lado y a otro, las huellas del tiempo. Lágrimas rotas en las ramas podridas de un árbol, como anillos sin oro en los dedos delgados de un hombre pobre. Un fuego enfermo y solitario combatiendo el frío, templando la brisa ciega del invierno, que se acurruca trémula en el vientre de la colina. Los ojos fugaces del remordimiento, riendo entre los arbustos marchitos.
          -Ven, y viaja conmigo.
          -Hoy no.
          -¿Tienes miedo?
          -Son tus manos heladas en mi cuello.
         A un lado y a otro, las orillas del tiempo, los márgenes despeñados del camino. Cicatrices nuevas en la corteza del recuerdo, como trazos sin tinta en las páginas de un cuaderno desmayado. Nubes de consumida guerra combatiendo sin cordura, arrojando diluvios desvaídos. El reloj se acurruca, adormecido, en el regazo de una roca.
          -Ven, y muere conmigo.
          -Hoy no.
          -¿Tienes miedo?
          -Es tu compasión y sus caricias descarnadas.
        A un lado y a otro, la sangre derramada, la arena frágil, el agua tibia, el océano a tientas. Navegar de puntillas y naufragar bajo lunas llenas. Mi corazón varado en una isla cubierta de espinas.


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