Baja cada mañana
a escuchar el latido de su corazón. Se sienta junto a la puerta azul y la
espera. Cuando ella pasa, acerca el oído con disimulo y lo percibe. Es un
latido leve y fugaz, pero presente. Para él, es el latido de una realidad, es
el sentido completo de una vida, de principio a fin.
Cuando ella se
aleja, acerca las manos con disimulo al nudo de la corbata y finge componerlo.
Podrá soportar otro día sin ella. Hasta mañana.
En ocasiones, el
latido persigue al hombre hasta el trabajo y se le enreda en los zapatos, y lo
hace tropezar con el café, y lo hace descuidar el teléfono, y lo hace olvidar
el mediodía, y lo hace confundir el ocaso. En ocasiones, el latido persigue al
hombre hasta su casa y se le enreda en los cabellos, y lo hace tropezar con la
almohada, y lo hace descuidar la cena, y lo hace recordar que una vez dibujó
una sonrisa en el espejo, y lo hace caer en la cuenta de que el tiempo, como el
latido, se ha enredado en las cortinas.
Cruza cada
mañana, con su corazón prestado, frente a la puerta azul. Camina erguida, con
paso fresco. Cuando el hombre acerca el oído con disimulo, ella percibe su
anhelo. Es un ansia que le llega fugazmente, muy leve, pero presente. Para
ella, es el anhelo pobre y huérfano de un hombre derrotado, es el vacío de una
vida, de principio a fin.
Cuando se aleja
del portal, acerca las manos al cuello de su vestido y finge componerlo. Caminará,
todavía erguida, hasta mezclarse entre la gente y el ruido de la calle. Y luego
perderá el color de las mejillas y la arrastrará el desmayo.
En ocasiones, el
anhelo persigue a la mujer hasta el trabajo y se le enreda en los tacones, y la
hace tropezar con los libros, y la hace descuidar a los niños, y la hace
olvidar el mediodía, y la hace confundir el atardecer. En ocasiones, el anhelo
persigue a la mujer hasta su casa y se le enreda en los cabellos, y la hace
tropezar con las flores del recibidor, y la hace descuidar la cena, y la hace
recordar que una vez extravió la sonrisa en el espejo, y la hace caer en la
cuenta de que el azar, como el anhelo del hombre, están arropándola hoy.
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