ÉL: Señorita, por favor, ¿tiene usted hora?
ELLA: Sí. ¿Por qué lo pregunta?
ÉL: ¿Le importaría decírmela? Creo que llego
tarde a una reunión...
ELLA: ¿Es importante?
ÉL: Mucho. Nos jugamos todo, nos jugamos el
ser o no ser en la empresa...
ELLA: Le pregunto si es importante saber que llega
tarde.
ÉL: Por supuesto. Imagínese, a lo mejor ya
pasa media hora...
ELLA: No, no puedo imaginarlo, lo siento. Jamás me
fijo en los horarios.
(Pausa)
ÉL: ¿Usted nunca ha tenido una cita?
ELLA: No. ¿Usted sí?
ÉL: ¿Yo, dice? Buf, cada día. Todos los días
tengo citas pendientes a las que acudir.
ELLA: Qué espanto. ¿Y acude a todas?
ÉL: ¿Que si acudo? Usted dirá... La mayoría de
ellas son con mi jefe.
ELLA: Eso no es una cita. Eso es una reunión laboral.
ÉL: Llámelo como quiera.
ELLA: No, como quiero no; lo llamo por su nombre.
ÉL: Oiga, ¿me va usted a decir la hora o no?
ELLA: ¿Cuándo es la reunión?
ÉL: ¿Y eso qué importa?
ELLA: A usted sí parece importarle, desde luego.
ÉL: A las cinco.
ELLA: ¿Muy lejos de aquí?
ÉL: A diez minutos.
ELLA: ¿Va a coger un taxi o acudirá andando?
ÉL: En realidad, no creo que eso tenga mucho
que ver.
ELLA: ¿Quiere usted que le diga la hora o no?
ÉL: Sí, sí quiero.
ELLA: ¿En taxi o caminando?
ÉL: Caminando, supongo.
ELLA: ¿A qué ritmo camina usted?
ÉL: Oiga, señorita... Agradezco su interés
pero...
ELLA: Si me responde, acabaremos antes.
ÉL: Camino bastante ligero, ésa es la verdad.
ELLA: ¿Se detiene a ver los escaparates?
ÉL: Cuando llevo prisa no.
ELLA: ¿Tiene costumbre de comprar tabaco antes de
acudir a una reunión?
ÉL: No fumo.
ELLA: ¿Caramelos?
ÉL: No me gustan.
ELLA: ¿Dulces, chucherías?...
ÉL: No, señorita. Ni dulces, ni chucherías, ni
tabaco... Nada.
ELLA: De acuerdo.
(Pausa)
ÉL: Bien, ¿va a decirme entonces qué hora es?
ELLA: ¿Para qué quiere saberlo? De todos modos, llega
tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario