Nacieron,
primero, en tus ojos, pequeñas y temerosas, diminutas como brotes de un poema,
y luego se escurrieron por tus mejillas calientes, por tu rostro caliente.
Nacieron, primero, en la caricia que son tus ojos, y luego las robé de tus
labios y las conduje en brazos hasta los míos, y las besé, gotas de agua
diminutas como brotes de una melodía, gotas diminutas de tinta en mi pecho,
que, por ti, es hoy un pentagrama.
Durante días, he
guardado esas lágrimas tuyas bajo la almohada, he jugado con ellas cada noche, les
he confesado mis temores, mis sueños, mis secretos, y esta mañana, con la
primera luz, las arrojé al viento, las arrojé desde mi ventana al viento, como
un regalo, como una promesa. Las vi resbalar, pequeñas y temerosas, por las
mejillas del amanecer; las vi sembrarse en el suelo, diminutas como brotes de
una tormenta, gotas de agua limpia y triste, semillas de agua enamorada.
Durante días, las guardé bajo mi almohada, esas lágrimas tuyas, diminutas como
brotes de melancolía, esas lágrimas tuyas, y las besé, gotas de agua enamorada,
y con ellas humedecí los labios y el alma. Las arrojé esta mañana al viento,
las arrojé desde mi ventana al viento, gotas de agua enamorada, simiente de
amor que duele, y las vi resbalar, pequeñas y temerosas, por las mejillas del
tiempo, por las mejillas del alba. Las vi resbalar, más allá de mis fuerzas.
Nacieron,
primero, en tus ojos, y luego las robé de tus labios. Surgieron, después, de
las entrañas de una nube blanca, y las robé del cristal de mi ventana,
creyéndolas tuyas. Amargo y estrecho es el día sin tu dibujo, amarga y estrecha
es también la espera. He mendigado un consuelo en la calle, he buscado tus
lágrimas por todas partes, he llegado a confundir el espanto con deseo. La
lluvia sólo es un remedo, la lluvia sólo es burla. La gota de agua de un grifo
mal cerrado me recuerda a ti, y su tintineo me estrangula. Gotas de agua
enamorada, esas lágrimas tuyas, que guardé bajo mi almohada durante días,
durante horas huérfanas de ocaso, gotas de agua enamorada, esas lágrimas tuyas,
pequeñas y temerosas, gotas de agua diminutas como brotes de primavera, gotas
diminutas de aliento en mi pecho, que, por ti, es hoy un manantial de vida.
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