domingo, 8 de julio de 2012

Epistolares (IV) - Abismo


           Estimada mía:


Apenas alcanzo a respirar. Me aprietan las cadenas, me ciñen con desmedida fuerza a la cama. He intentado pedir auxilio, y el sólo esbozo del gemido me provocó un leve desmayo. Apenas alcanzo a respirar. El rumor lejano de mis propios latidos me atormenta y asfixia, como una letanía envenenada que suspende la coherencia del pensamiento y lo enturbia, y que acaba tensando aún más las cadenas. Me ahogo, estimada mía. Me ahogo, y es por mi bien.
A ambos lados de la cama se extiende un abismo. He mirado en su interior y no he encontrado nada. No hay rastro de sufrimiento, ni de consuelo. No hay dolor ni arrumacos. No he divisado locura, tampoco sensatez. Sólo abismo. Ni luz cegadora ni oscuridad tenebrosa; sólo abismo. Insalvable y profundo, mudo, cercano y tentador, a un lado y a otro de la cama.
Me ahogo, y sé que es por mi bien.
Te escribiré.


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