Estimada
mía:
Apenas alcanzo a respirar. Me aprietan
las cadenas, me ciñen con desmedida fuerza a la cama. He intentado pedir
auxilio, y el sólo esbozo del gemido me provocó un leve desmayo. Apenas alcanzo
a respirar. El rumor lejano de mis propios latidos me atormenta y asfixia, como
una letanía envenenada que suspende la coherencia del pensamiento y lo
enturbia, y que acaba tensando aún más las cadenas. Me ahogo, estimada mía. Me
ahogo, y es por mi bien.
A ambos lados de la cama se extiende un
abismo. He mirado en su interior y no he encontrado nada. No hay rastro de
sufrimiento, ni de consuelo. No hay dolor ni arrumacos. No he divisado locura,
tampoco sensatez. Sólo abismo. Ni luz cegadora ni oscuridad tenebrosa; sólo abismo.
Insalvable y profundo, mudo, cercano y tentador, a un lado y a otro de la cama.
Me ahogo, y sé que es por mi bien.
Te escribiré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario