Hay un revuelo de ti en cada lugar, en
cada sendero que piso, en cada viento que respiro, en cada viaje, en cada mejilla
y en cada beso nuevo. Hay perfumes tuyos en cada habitación del hotel. La
sonrisa del camarero es tuya, las manos amables del botones también. Me han
enviado una chica al acabar la cena, y su ternura es tuya. Su amor prestado me
resulta muy familiar, el negocio de sus caricias me recuerda demasiado a ti.
Se ha marchado sin mediar más mentiras,
y su brusquedad es tuya.
"Estimado pasado:
Apenas ha transcurrido un mes, y ya se ha espesado la niebla.
Sólo un mes, y ya se ha hecho grande la añoranza. Llevo un desgarro en el
tejido que cubre mis sueños. Es una estupidez intentar obrar un remiendo. La
cicatriz lucirá mañana como el trazo de una mano joven y temblona. ¿Qué hay de ti?
Me gustaría conocer tu rutina, ahora que no me pertenece. Sería maravilloso
encontrarme unas líneas en el buzón. ¿Me escribirás? Si lo hicieras, sé
piadoso. Omite los colores y el alba, no me hables de la música y tampoco de la
miel que ayer recogí de sus labios. Si me escribieras, sé generoso. Necesito
bálsamo para la herida y consuelo para las noches. Cuéntame que la viste un día
asomada a su ventana, sé generoso, cuéntame que una lágrima moribunda se
deslizaba por el dorso de su mano, y que era por mí, sé generoso, cuéntame que
me evocaba.
Apenas
ha transcurrido un mes, y ya se ha empañado el cristal."
Hay un
revuelo de ti entre la gente. Piezas tuyas derramadas en cualquier lugar. Tu
risa en cualquier conversación. Hay un revuelo de ti flanqueando mis pasos, una
espiral de dolor y locura adornando las calles que camino.
Me
marcho sin mediar más mentiras. Y mi brusquedad es tuya.
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